La novela comienza con el robo de uno de esos cuencos del museo de Bagdad en plena guerra del Golfo, en la confusión de los ataques aéreos. A partir de este momento, comenzará una carrera desenfrenada por conseguir el cuenco.
Por un lado están los sacerdotes mandeos, para los que los cuencos representan una cuestión mística y necesaria para sus rituales sagrados. Por otro lado tenemos a unos malvados académicos ingleses, que quieren descifrar el mensaje de los cuencos porque creen que esconde la pista de un tesoro de enormes dimensiones. Finalmente, un investigador que está tras la pista de los mismos por el encargo de un cliente, y que contará con la ayuda de diversos arqueólogos que le iniciarán en los secretos que el cuenco y otros objetos mandeos poseen.
Los cuencos serán sólo el principio, y al tirar del hilo, se irá desenrrollando todo un ovillo de secretos, que pondrán a todas las partes tras la pista de un misterioso y antiguo tesoro, siguiendo pista tras pista, y desvelando antiguos escondrijos.
El libro no es malo, además aprendes muchísimo con él, pero me ha costado Dios y ayuda leerlo. No le pillaba el tranquillo, ese que te engancha y ya no puedes dejarlo, hasta que no llegué sobre la mitad del libro y para mí que me dura un libro un "ná", pues ha sido raro. Cuando estabas pillando la trama por un lado, aparecían de repente los del otro lado y así sucesivamente. Para mí, un caos, pero en conjunto no ha estado mal.
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