La caída de los gigantes sumerge al lector en una historia cargada de épica. Ésta primera novela, que forma parte de una trilogía, sigue los destinos de cinco familias diferentes a lo largo y ancho del mundo. Desde América a Alemania, Rusia, Inglaterra y Gales, Follet sigue la evolución de sus personajes a través de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y las primeras luchas por los derechos de la mujer.
Empezó el siglo XX siendo muy duro para la mayoría de la gente de este mundo. Los ricos eran muy ricos y los pobres demasiado pobres. El caldo de cultivo estaba preparado para que la gente explotara pero la forma en que lo hizo fue horrible. Aquí conoceremos a la familia Williams, mineros de Gales, el conde Fitzhebert, su esposa la princesa Bea, rusa de nacimiento y su hermana Maud. En esta casa trabaja como ama de llaves la hija de los Williams y hermana de Billy, Ethel. Amigo de esta familia es Walter von Ulrich que trabaja como agregado (llamémoslo espía) de la embajada alemana en Londres que está enamorado de Maud Fitzherbert. En Rusia, sufriendo los rigores de la política zarista están Grigori y Lev Peshov. Y en Estados Unidos Gus Dawer que trabaja para el Presidente Wilson. La vida de casi todos ellos, por unas cosas o por otras estará unida en esta barbarie que fueron la I Guerra Mundial y la revolución rusa.
La causa, que no origen, fue el asesinato del heredero de Austria, Francisco Fernando y su esposa, en Sarajevo el 28 de Junio de 1914, a manos de Gavrilo Princip un serbio que acusaba a Viena de anexionarse Bosnia y Herzegovina. El emperador pidió a Serbia un resarcimiento al que estos se negaron. El 28 de Julio declararon la guerra. Algo que tenía que haberse cincunscrito a estos dos países desembocó en una guerra, la Gran Guerra, en la que participaron hasta 32 naciones y que ocasionó la muerte de 8.538.315 personas. Aunque también se habla de que entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos la cantidad
asciende a más de 22.000.000 de algo más de 44 millones de soldados que participaron en la contienda.
Este es uno de esos libros por los que leyéndolos me pongo de muy mal café. El que alguien por tener un título nobiliario automáticamente se convierta en capitán y si vas a un buen colegio, teniente y los demás carne de cañón me parece una gran injusticia. Nacer en una noble cuna (como si la de los demás mortales fuese innoble) no da inteligencia. En una guerra los títulos no sirven para nada, solo para mandar a los soldados a morir. La inoperancia y la ignorancia de los mandos, la intolerancia, la prepotencia es sinónimo de muerte. Para mandar en una guerra hay que saber pero que muy mucho de estrategia militar y eso no se viene dado porque seas el conde de "veteasaberqué". Eso, o se aprende en una escuela militar o se tiene por sentido común.
Con todo esto quiero decir que a pesar de que es el primer libro que leo sobre guerras en toda su crudeza me ha gustado muchísimo. Al tratarse de varias familias de distintos países se ve la guerra desde varios puntos de vista. Ken Follet tiene oficio y se le nota. Me ha encantado.
Hemos dejado a estas familias ya formadas y con hijos después de la revolución rusa (de la que mejor no hablo) y el triunfo de los bolcheviques y será en "El invierno del mundo" cuando los veamos ya maduros y sus hijos como protagonistas. En ello estoy.