Existe un misterioso objeto al que la Biblia ha otorgado poderes infinitos y que a lo largo de la historia los grupos más diversos han buscado con ahínco, pero sin éxito.
Sin embargo, ahora, la ubicación de tan ansiado objeto parece haber quedado al descubierto. Julia Strozzi, una joven italiana de viaje en Jerusalén, se ve envuelta en una apasionante aventura que la llevará a bucear en su propio legado familiar y a emprender un recorrido histórico desde la convulsa Barcelona de principios del siglo XX hasta la Jerusalén recién conquistada por los cruzados, pasando por los perdidos valles del Pirineo. Allí, en iglesias levantadas por canteros lombardos, aparece el nombre de Aldo de Crescia y el enigmático pantocrátor de San Clemente de Tahull.
El valle de los lombardos es un thriller trepidante en el que personajes y lector se unen en la obsesiva persecución de un objeto mítico. Se cuenta a tres bandas: en la Edad Media, cuando se hicieron las iglesias, a principios del siglo XX en la que unos intelectuales de Barcelona estudiaron las iglesias y recuperaron los frescos que allí había y en la actualidad con Julia Strozzi, que sin saberlo se encuentra en medio de una trama internacional. Es entretenido. No es muy diferente de tantos como he leído, pero está bien.
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